Creo que casi nunca vengo a Brasil porque detesto esa actitud –que adopto en cuanto llego– de por qué ellos lo hicieron y nosotros no. Brasil es la puesta en escena y el termómetro fiel del fracaso argentino. Pero también detesto al Brasil. Lo detestaba desde chico, desde que aprendí –educación de joven argentino– que nosotros éramos serios tristes decididos, dedicados a las cosas importantes, y ellos en cambio se consagraban a esas boludeces de la música la joda el cuerpo ser felices. Con eso –con ver, a mis dieciocho, los esfuerzos de los adonis de Copacabana por mejorar su condición adónica mientras yo, joven tan grave, huía de mi país en llamas– me alcanzó para detestarlos por un tiempo. Pero todo fue empeorando cuando descubrí que, en medio de la música la joda el cuerpo la felicidad, ellos hacían el país que nosotros nunca hacíamos –que habíamos amenazado con hacer pero no hicimos.
Martín Caparrós, «Amazonas», en Contra el cambio, Barcelona, Anagrama, 2010, p. 41
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